Desde el 15 de enero, el Ayuntamiento de Madrid ha iniciado la primera gran fase de las obras de soterramiento de la A-5, dentro del ambicioso proyecto Paseo Verde del Suroeste. La actuación supondrá importantes afecciones al tráfico entre los kilómetros 3,3 y 6,25 de la autovía, reduciendo su capacidad a la mitad y obligando a implementar un amplio plan de movilidad con refuerzos en el transporte público.

A partir de febrero, todo el tráfico se desvió a la calzada norte, para permitir el inicio del soterramiento en la calzada sur.  Además, la velocidad máxima en la zona de obras será de 50 km/h durante todo el proceso.

Para absorber la demanda y mitigar el impacto de los cortes, el Ayuntamiento de Madrid, en coordinación con la Comunidad de Madrid, ha activado un plan de refuerzo del transporte público. Además, un equipo de más de 100 personas en estaciones clave de Metro asistirá a los usuarios con información y orientación, y se monitorizará el tráfico en tiempo real para hacer ajustes dinámicos en los desvíos si fuera necesario.

El soterramiento de la A-5 no solo es una obra de infraestructura: es una transformación del modelo de ciudad. El proyecto recuperará para los barrios el espacio que hoy ocupa la autovía. Actualmente, por la A-5 circulan más de 80.000 vehículos diarios; con la obra finalizada, se espera una reducción del 90 % del tráfico en superficie y de las emisiones contaminantes.

En superficie, se construirá un bulevar peatonal y ciclista de 3,2 kilómetros que dará continuidad a la avenida de Portugal hasta el Padre Piquer, con 33 nuevas conexiones peatonales, frente a las 16 actuales. La circulación se adaptará a los usos locales, con protagonismo del transporte público y la movilidad blanda.

Bajo tierra, el futuro túnel contará con tres carriles por sentido en dos vanos, incluyendo carriles bus-VAO con señalización variable para adaptarse a la demanda de tráfico en tiempo real, mejorando así la eficiencia y la flexibilidad del sistema viario.

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